Proyecto. Justificación CTE

Las soluciones constructivas con madera laminada encolada, MLE o Glulam, se consideran normalizadas al estar contempladas en los DB del CTE. A continuación, se desarrollan algunos aspectos a considerar que pueden servir de orientación para justificar en el proyecto el cumplimiento de las exigencias básicas  (ver Anejo 2) establecidas en los siguientes DB:

  • DB SE Seguridad estructural, DB SE-M Madera
  • DB SI Seguridad en caso de incendio.
  • DB HE Ahorro de energía.
  • DB HR Protección frente al ruido.
  • DB HS Salubridad.

La madera laminada encolada destinada a su uso en estructuras debe estar clasificada dentro de una clase resistente, conforme al procedimiento descrito en el Anejo D.

Las clases resistentes se dividen en:

  • Madera laminada encolada homogénea: GL24h, GL28h, GL32h y GL36h.
  • Madera laminada encolada combinada: GL24c, GL28c, GL32c y GL36c.

Los valores numéricos de estas clases indican la resistencia característica a flexión expresada en N/mm².

Las uniones dentadas en piezas enteras fabricadas según la norma UNE-EN 14080:2013 no deben utilizarse en clase de servicio 3 cuando en la unión haya un cambio en la dirección de la fibra.

En el Anejo E se incluyen los valores de las propiedades mecánicas asociadas a cada clase resistente: resistencia, rigidez y densidad.

Además, en el apartado 6 “Estados Límite Últimos” se recogen los valores necesarios para el cálculo estructural de elementos de madera laminada encolada.

    La resistencia al fuego de las estructuras que incorporan madera laminada encolada se determinará conforme a lo establecido en el Documento Básico de Seguridad en caso de Incendio (DB SI) o según la norma UNE-EN 1995-1-2. Un parámetro clave en este cálculo es la velocidad de carbonización de la madera sin protección, cuyo valor eficaz para madera laminada encolada con una densidad característica superior a 290 kg/m³ es de 0,7 mm/min.

      La madera laminada encolada, presenta una conductividad térmica media de λ = 0,13 W/m·K, aunque este valor puede variar en función de la especie de madera utilizada, su densidad y el grado de humedad. A pesar de que esta conductividad es relativamente baja en comparación con otros materiales estructurales como el hormigón o el acero, la madera no puede considerarse un material aislante térmico por sí mismo, ya que no es suficiente para cumplir por sí sola con las exigencias del DB HE1 en lo relativo al control de la demanda energética, por este motivo, el sistema se utiliza principalmente como soporte o contenedor para el aislamiento térmico, garantizando así el cumplimiento de las normativas de eficiencia energética.

      «Se considera aislante térmico el elemento que tiene una conductividad térmica menor que 0,060 W/(m·K) y una resistencia térmica mayor que 0,25 m2·K/W, según se indica en el DB HS.”

      En el caso de la madera como parte de elementos constructivos , es fundamental prestar especial atención a su comportamiento acústico, dado que la madera, por su densidad relativamente baja, presenta una capacidad de aislamiento acústico inferior en comparación con materiales más masivos como el hormigón o la fábrica cerámica. Sin embargo, esto puede corregirse y optimizarse mediante soluciones técnicas adecuadas que permiten cumplir con las exigencias del DB HR.

        La utilización de madera en la edificación requiere una especial atención en lo que respecta a su durabilidad frente a la humedad, en cumplimiento del Documento Básico HS del Código Técnico de la Edificación (CTE), en particular el HS 1 “Protección frente a la humedad”.

        La madera es un material higroscópico y, por tanto, muy sensible a la presencia de agua y a las condiciones de humedad ambiental. Para garantizar su adecuada durabilidad y comportamiento en servicio, debe emplearse conforme a las clases de uso establecidas en la norma UNE-EN 335, que clasifican los riesgos biológicos en función del grado de exposición a la humedad y a los agentes degradadores, como hongos xilófagos o insectos.

        Estas clases de uso (de la 1 a la 5) permiten definir las condiciones ambientales en las que se ubicará la madera y, en consecuencia, el tipo de protección que debe aplicarse. Por ejemplo, la clase de uso 1 corresponde a madera en ambientes interiores secos, mientras que la clase de uso 3 implica exposición frecuente a la humedad sin contacto directo con el agua, y la clase de uso 4 contempla el contacto directo con el agua o con el suelo.